New York, new York (crónica)

Echando la vista atrás, ya en esta fría y ultima mañana de mi estancia en new York, puedo ver un montón de buenos momentos, de nuevos amigos y nuevas experiencias.
Casi seis dias en la ciudad que nunca duerme, y Bill Kalush, el mejor anfitrión que se puede tener.
Un contrato con los amigos de Tannen hace que el martes pasado pusiese rumbo desde España hasta estados unidos. A mi llegada tardía, una visita obligada a la Libreria de Bill Kalush. Un lugar fascinante con mas de 150000 obras sobre magia, y con algunos libros que, por su valor, da incluso miedo mirarlos.




Cuando llega a la Libreria, uno parece estar envuelto entre papeles centenarios llenos de información escritas por grandes maestros de la magia, totalmente desconocidos. Libros, pergaminos, manuscritos... ¡Cuanto material entre las paredes del señor Kalush!¡Cuanta riqueza!

Al día siguiente, ya el miércoles, día libre. esta bien eso de tener día libre antes de trabajar. Un día que es tomado para pasear por la ciudad y hacer turismo. Aunque no es mi primera vez en new York, siempre te sorprende con cosas nuevas. Siempre, claro, bajo la guía de Bill y el entrañable Ricky Smith que se sumará a partir de ahora a la aventura.
Empíres states, zonas ceros, estatuas de la libertad... ¡No puede ser mas impresionante!




Ya el viernes, me preparo para la conferencia en Tannen. Me sorprende ver un lleno absoluto, con un si entradas desde hace mucho tiempo. Gran expectación por la conferencia. Aunque como decía no es la primera vez en new York, sí es la primera vez que trabajo aquí.

La conferencia genial, lo paso muy bien, muy a gusto, aunque siempre un poco asustado por el idioma, pero eso, después de tantas dias aquí... ¡Ya esta superado! Nuevamente, mucha magia y nuevos amigos!

Sábado, nuevo día libre. Este día comienzan a llegar amigos que hacen algunos cientos de millas para asistir al seminario. ¡Guau! Agradezco desde aquí a los que se desplazaron de todas las partes de New York, de Canadá e incluso los que se hicieron mas de 4 horas en avión desde Californiia (gracias Raahul).
Un día de relax visitando nuevos lugares y, con ello, dotándome de nuevas emociones. Una cena especial para la ocasión, pone fin a un día redondo.
Y ya ayer, el sábado, el tan esperado workshop. Siete horas de mis cosas... Percepciones, hofzinsers, libertades de expresión... y algunas otras cosas, hacen que las siete horas pasen volando.






De ahí, nuevamente cenar en familia, y a camita. Algunas horas después y desde la camita donde hago mención, me hallo ahora frente a mi iPad escribiendo estas vivencias inolvidables. Ya en pocas horas, como todo lo bueno acaba, pues pondré rumbo a España. Eso sí, para preparar mi próxima aventura en Marsella, junto a los Fat Brothers. Pero ese, ya es otro post!